A sus cien años, Juan Eduardo Zúñiga sigue escribiendo. Quien lea estas memorias entenderá por qué. En Recuerdos de vida, Zúñiga describe sus años de aprendizaje en el Madrid de la caída de la monarquía y la proclamación de la república, la guerra civil y la larga posguerra. Son los años del descubrimiento del mundo y de los intentos de acomodarse en él a través de las herramientas que a Zúñiga le han servido para conocerse y conocer: los libros, las lenguas, la escritura. El joven cuya vida se ve limitada primero por la contienda y después por la pobreza económica e intelectual de la España franquista rompe su aislamiento con el estudio de lenguas exóticas: desde el alfabeto egipcio hasta el ruso, el búlgaro o el rumano. Con ello accede a los mundos sugestivos de Turguéniev, Chéjov o Panait Istrati. Esta pulsión por acercarse a lo desconocido distante corre paralela al conocimiento de uno mismo, de la amistad, el amor, y de lo político, a través del dolor de la guerra. Aquel Madrid que el escritor contemplaba de niño en las primeras nevadas sobre la ciudad es el espacio desgastado y mal reconstruido que los supervivientes de la guerra civil analizan sotto voce en los espacios libres de los cafés. Zúñiga habla de las tertulias de teósofos, de los cuentistas reunidos en el Café Lisboa, de las amistades literarias iniciales, de las primeras publicaciones, marcadas por el descubrimiento de las tierras exóticas. Recuerdos de vida se construye como una novela de formación de la que el protagonista es el propio escritor. Un libro descarnado, sencillo y bello que demuestra una vez más por qué Zúñiga es uno de los mejores narradores españoles del último medio siglo.
Juan Eduardo Zúñiga nació en Madrid, donde estudió Bellas Artes y Filosofía y Letras. En 1987 obtuvo el Premio Nacional de Traducción. Ha publicado tres libros de relatos, La tierra será un paraíso (Alfaguara, 1989), Largo noviembre de Madrid (Alfaguara, 1990) y Misterios de las noches y los días (Alfaguara, 1992), las novelas El coral y las aguas (Alfaguara, 1995) y Flores de plomo (Alfaguara, 1999), por la que obtuvo el Premio Ramón Gómez de la Serna, así como el estudio biográfico Las inciertas pasiones de Iván Turguéniev (Alfaguara, 1996) y El anillo de Pushkin (Alfaguara, 1992), una lectura romántica de escritores rusos.