Novela visionaria y llena de simbolismo, Sobre los acantilados de mármol narra la destrucción de la Marina, un antiguo y civilizado país situado junto a las aguas, cuyos habitantes se dedican al cultivo del trigo y de la vid. Al norte se hallan los acantilados de mármol, que separan la Marina de la Campaña, donde viven los pastores. Al borde de los acantilados viven el narrador y su hermano Otón en la Ermita de las Rudas, adonde se retiraron después de la guerra que dio lugar a la disgregación en la Marina. La amenaza provenía de los bosques y del señor que allí reinaba, el Guardabosque Mayor. Un día, los dos hermanos descubren «la barraca de los desolladores»: el lugar adonde los habitantes de los bosques llevan a sus víctimas, las mancillan y descuartizan, un hallazgo que desencadenará la guerra contra las huestes del Guardabosque Mayor. «Sobre los acantilados de mármol fue publicado en Alemania a finales de 1939», afirma Andrés Sánchez Pascual en su esclarecedor prólogo, «cuando acababa de comenzar la segunda guerra mundial, y produjo una enorme conmoción. Sus millares de lectores de entonces encontraron en él la acusación más clara y contundente contra la tiranía que en aquel momento reinaba en muchos países de Europa, no sólo en Alemania».
Escritor alemán nacido en Heidelberg. A lo largo de sus 103 años, se transformó en uno de los hitos culturales fundamentales del siglo, no sólo en Alemania, sino en todo Occidente. Inmerso en un siglo convulso, portavoz no oficial de la Kultur germana tan denostada entre 1914 y 1945, sufre en su propia carne los prejuicios que la propaganda achaca a esta Kultur en todo su sentido negativo, prejuicios que, por extensión, no han dudado en esgrimir sus detractores en todo tiempo y lugar. No obstante, al conocedor de su obra no le queda más remedio que doblegarse y, aún no estando de acuerdo con todos sus postulados, reconocer su relevancia en el desarrollo cultural del siglo XX. Participó como voluntario en la primera guerra mundial. La experiencia de aquellos años terribles quedó reflejada en Tempestades de acero, primer tomo de sus Diarios. Terminada la contienda, alternó su afición a escribir y viajar con los estudios de zoología y filosofía. Dentro del conjunto de su extensa obra, ocupan una posición central los Diarios, que ofrecen el testimonio de una trayectoria intelectual que se extiende a lo largo de casi ochenta años. Su obra, polémica donde las haya, ha ido sobreviviendo a los avatares de la Historia gracias a la sedimentada lucidez con la cual ha vivido y dado cuenta, desde una posición personal siempre incómoda y delicada, de los acontecimientos que han ido marcando un siglo cargado de convulsiones de toda índole. Escribió entre otras obras, Acercamientos, La emboscadura, El libro del reloj de arena, Radiaciones (Vol. 1 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Radiaciones (Vol. 2 Diarios de la Segunda Guerra Mundial), Pasados los setenta I (Radiaciones Vol. 3), Tempestades de acero, La tijera, El tirachinas y El trabajador.