Reunidas por primera vez en un solo volumen y tras dos años de ambicioso y cuidado trabajo editorial, ven la luz un total de diecisiete piezas teatrales, en su gran mayoría inéditas, que se encontraban hasta ahora dispersas en distintos archivos personales e institucionales. Mil páginas de unas obras desafiantes y revolucionarias que acabaron prohibidas por la censura y obligaron a su autor al exilio. En ellas ya se prefiguran algunos de los temas, tramas y personajes que más tarde caracterizarán también su narrativa, así como una destreza que él mismo consideraría crucial en su escritura: el dominio de los diálogos. En su teatro se pueden distinguir dos etapas. La primera, aún en España, se caracteriza por sus ecos de picaresca, esperpento y voces lorquianas. En la segunda, ya en Francia, se acerca al teatro del absurdo y al surrealismo. Su escritura es una intersección entre tradiciones, que aúna transgresión y lirismo. La alegoría le sirve de recurso para reflejar la sociedad del momento, pero también trascenderla en un revelador análisis atemporal de los mecanismos del poder y su contrapunto: figuras dis
Agustín Gómez Arcos (Enix 1933 - París 1998) nace en el seno de una familia republicana. A los 20 años, tras haber finalizado su bachillerato en Almería, se desplaza a Barcelona para estudiar derecho, pero pronto descubre que su vocación es la literatura y, su auténtica pasión, el teatro. A mediados de los años 50 se traslada a Madrid donde trabaja como actor, director de teatro y traductor. Su labor de dramaturgo se ve premiada, en dos ocasiones, con el Premio Nacional Lope de Vega pero la censura prohíbe la representación de sus obras. Acosado por la dictadura, decide exiliarse: primero en Londres, luego, definitivamente, en París donde se instala en 1968, dedicándose, desde entonces, al género narrativo. Gómez Arcos murió tras haber publicado 14 novelas en francés, haber sido galardonado con numerosos premios literarios y condecorado con la Orden de las Artes y las Letras francesas con grado de caballero (1985) y oficial (1995). Su obra forma parte del programa educativo de los liceos franceses. Murió, en suma, como un escritor prestigioso y, como tal, fue enterrado en el cementerio de Montmartre. "Un pájaro quemado vivo" fue finalista del Premio Goncourt de 1984.