Las anotaciones autobiográficas, las reflexiones y sentencias que Marco Aurelio fue escribiendo para sí mismo, durante sus últimos años de vida, componen un texto singular en la literatura antigua. Ningún otro gran personaje del mundo antiguo nos ha legado un testimonio personal tan sincero, tan hondo y tan patéticamente filosófico. Marco Aurelio tuvo que vestir la púrpura y la coraza del guerrero al frente de un inmenso y amenazado imperio. Sin ilusionarse con una República como la de Platón, intentó portarse siempre como un filósofo estoico y un digno romano. Y lo consiguió. Este extraño diario recoge sus pensamientos en las noches de vigilia, sus vacilaciones, sus recuerdos agradecidos, los consejos repetidos a sí mismo, sus máximas y su desesperanza. Con todo ello, consiguió una de las obras más perfectas sobre lo que debe ser un buen gobierno.
Marco Aurelio (Roma, 121 - Viena, 181) fue un reconocido y popular emperador y filósofo de Roma conocido como el «sabio» gracias a su gran formación cultural y filosófica, por ser un seguidor del estoicismo y por haber escrito una serie de reflexiones y pensamientos fundamentales en el pensamiento clásico. Reconocido principalmente por la manera en la que gobernó a su pueblo, fue visto como uno de los representantes más importantes de la filosofía estoica y fue el último césar que tuvo la «Pax Romana», una de las épocas más prósperas del Imperio.