Marco Aurelio condensa su pensamiento en frases serenas, dictadas por un ánimo pausado, que descubren en la convergencia con el cosmos el camino que conduce a la felicidad de la que es capaz el ser humano.
Si algo demuestra esta convergencia, por la que el hombre convive con los dioses y, sobre todo, con el curso de la providencia, es que la vanidad resulta un desatino, y vanidad en grado sumo es hacer de las pasiones el principio rector de nuestras vidas.
El hombre consciente, aquel en el que la parte divina simbolizada en el lenguaje del alma ordena su trayectoria vital, no encuentra en su condición de ser destinado una desdicha, sino la precondición del goce tranquilo de la vida.
Marco Aurelio (Roma, 121 - Viena, 181) fue un reconocido y popular emperador y filósofo de Roma conocido como el «sabio» gracias a su gran formación cultural y filosófica, por ser un seguidor del estoicismo y por haber escrito una serie de reflexiones y pensamientos fundamentales en el pensamiento clásico. Reconocido principalmente por la manera en la que gobernó a su pueblo, fue visto como uno de los representantes más importantes de la filosofía estoica y fue el último césar que tuvo la «Pax Romana», una de las épocas más prósperas del Imperio.