El autor emprende aquí una nueva aventura poética, viaje que en buena cuenta es una prolongación de su obra más celebrada, Noé delirante -ésta, fruto, dicho por él mismo, de 40 años de trabajo poético, premiada en Chile como Mejor Obra Extranjera-. Encallada el Arca en Santa Inés, junto a una montaña, Noé nos invita a ingresar en su interior, donde fabula con las cosas que lo rodean y que conforman su universo personal: libros, óleos, máscaras, baúles, lámparas, campanas, esculturas, muebles antiguos, afiches, su vieja máquina de escribir y su gramófono, su caja de lapiceros inhabilitados y hasta un chamizén abandonado en una esquina de la sala. A través de estos objetos penetramos en sus recuerdos, sus sueños, su imaginario de desbordada fantasía.