Una jauría de hijos, encabezada por el primogénito, se alza contra su padre, terrible, señorial y bárbaro, sin más leyes que el instinto. Junto a él, unas mujeres entregadas y miedosas en sus papeles de víctimas ingenuas o encarnaciones del instinto lúbrico y salvaje. Y, al margen de lo humano, la Naturaleza, bella, sorda e indiferente. En esta obra, Valle-Inclán se sirve de un lenguaje y una forma innovadores para cantar hechos primarios que resten bestialidad al pecado de la tragedia antigua secularizada, entre hombres tremendos como dioses o reyes. La extraordinaria imaginería del "Águila de Blasón," la cadencia ritual del lenguaje y todos los elementos que conforman esa atmósfera litúrgica y enigmática, mítica y poética, diabólica e ingenua a la vez, la convierten en punto de partida de la trilogía "Comedias Bárbaras," configurando su carácter simbolista y pre-esperpéntico.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) colaboró asiduamente en prensa y cultivó la prosa y el teatro, llegando a ser uno de los mayores renovadores de la escena española gracias a su técnica el esperpento. Contrario a la dictadura de Primo de Rivera, motivo por el que llegó a estar encarcelado, ostentó el cargo de conservador general del Patrimonio Artístico y director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma durante la Segunda República. El deterioro de su salud le hizo retirarse a Santiago de Compostela, donde falleció en 1936.