En 1929, el joven Klaus Mann escribe Alejandro, mientras viaja infatigable por Europa transportando en su equipaje la voluminosa bibliografía que utiliza para documentar su obra. Lejos de ceñirse al relato puramente biográfico, aunque fiel a los hechos históricos, Mann recoge el lado humano del gran Alejandro, un ser, al cabo, arrastrado por la desmesura utópica de sus propios proyectos. Rey de Macedonia, conquistador del Imperio Persa, victorioso fundador de la ciudad de Alejandría, Alejandro Magno no sólo es uno de los grandes genios militares de todos los tiempos, sino que su figura alcanza casi la categoría de mito. Alejandro retrata al guerrero, pero sobre todo al hombre, empeñado en la persecución mística de lo imposible, y es también una proyección íntima de la personalidad de su autor, quien otorga a su personaje no pocos rasgos de su complejo carácter.
Klaus Mann nació en Múnich el 18 de noviembre de 1906. En 1924 se trasladó a Berlín para trabajar como crítico teatral. En marzo de 1933 dejó Alemania. El enfant terrible literario que había sido se convirtió en un representante de la cultura alemana arrojada al exilio por los nazis. Su novela Mefisto (1936) fue un ajuste de cuentas con los artistas que habían llegado a una componenda con el Tercer Reich. En 1938, Klaus Mann emigró a Estados Unidos. Luego, regresó a Europa como soldado del ejército norteamericano. Nunca se decidió a retornar a Alemania. Murió el 21 de mayo de 1949 en Cannes a consecuencia de una sobredosis de somníferos.