Mucha franqueza, algo de picardía, cierto desparpajo y excelentes reflejos son los ingredientes básicos de la fórmula Baylón. La originalidad de sus derivas fotográficas reside en que los estímulos que guían sus pasos siempre son de carne y hueso. Tanto del fotógrafo como de sus personajes podríamos decir que «su patria es la calle».