Cada libro de Jack Kerouac es una pieza única, un diamante telepático. Con la prosa engastada en el centro de su mente, revela la conciencia misma con toda su elaboración sintáctica, narrando minuciosamente el vacío luminoso de su propia confusión paranoica. Esta escritura natural y tan rica no tiene paralelo en la segunda mitad del siglo XX. Es una síntesis de Proust, Céline, Thomas Wolfe, Hemingway, Genet, Thelonious Monk, Basho, Charlie Parker y la percepción atlética y sagrada del propio Kerouac.