Rubén Darío es considerado por algunos especialistas y escritores como el padre del modernismo. Los poetas parnasianos y simbolistas franceses tuvieron una gran influencia en una forma pero, a partir de Prosas profanas (1896 y 1901) el estilo propio del autor, perfilado tempranamente en Azul (1888, revisado en 1890 y considerado como el primer poemario modernista), se define para llegar al considerado como el mejor ejemplo de su poesía: Cantos de vida y esperanza (1905). En esta obra el poeta vuelve a los temas recurrentes de su poesía para afirmar que el arte siempre superará a la naturaleza, sumida en el caos, pues es el único elemento capaz de restablecer la armonía divina.