Sor Mariana Alcoforado vivió en Portugal entre 1640 y 1723. Las cartas que dejaron su nombre marcado a fuego en la tradición de la literatura epistolar y la literatura erótica, fueron escritas, presumiblemente, en 1669. Éstas fueron dirigidas al marqués Noel Bouton de Chamilly, con quien Mariana habría vivido un amor breve y pasional hasta el retorno del militar a tierras galas. El manuscrito en lengua original, la portuguesa, nunca fue hallado; muchos consideran que no existió, sino que las Cartas de la monja portuguesa fueron obra del conde Lavergne de Guilleragues, una obra de ficción inspirada en cartas de mujeres francesas a sus amantes.
En sus vehementes textos se manifiesta el desamparo y la tristeza por la imposibilidad de poder consumar el amor y alcanzar el objeto de deseo desde una escenario físico propicio para la remembranza y el dolor de un amor imposible, al que Mariana intenta olvidar con gran sufrimiento.
Pocas veces en literatura se ha plasmado con tanta belleza y arrebato el sentir amoroso. Las imágenes del gran Milo Manara amplifican hasta el éxtasis los deseos de la legendaria monja portuguesa.
Mariana Alcoforado (Beja, 1640-1723) era la segunda de ocho hermanos de una poderosa familia portuguesa e ingresó en el convento de la Concepción de su ciudad natal a los once años, donde pasó el resto de sus días. La autoría de las cartas que hoy publicamos ha sido, sin embargo, cuestión controvertida: Gabriel-Joseph Guilleragues (pseudónimo de G.-J. Lavagne, 1628-1685) es considerado hoy como el autor real de las palabras de sor Mariana.