Surgido de la mente de S.S. Wilson, en 1990 se estrenaba un simpatiquísimo largometraje donde unas bestias subterráneas engullían todo lo que se movía. En un primer momento no fue ningún éxito de taquilla, pero con el paso del tiempo y el empujón del vídeo doméstico, Temblores se convirtió en un clásico del cine de aventuras y ciencia ficción, sin olvidar cierto aroma al wéstern. Tal fue la acogida en los estantes de los videoclubs que la saga continuó de manera exclusiva en ese ecosistema. Y aunque los niveles de producción obviamente descendieron, se mantuvo el espíritu original: películas divertidas con monstruos antropófagos y personajes adorables.