En la noche del domingo 5 de marzo de 1939 se abrió un nuevo capítulo en la historia de España al ser asumido el poder del Gobierno por parte del Consejo Nacional de Defensa, dirigido por el coronel Segismundo Casado. El coronel Casado fue jefe de la Guardia Presidencial de Niceto Alcalá-Zamora y posteriormente de Manuel Azaña al iniciarse la guerra civil española en 1936, y jefe de Operaciones de Estado Mayor, Director de la Escuela de Estado Mayor, Inspector General de Caballería, jefe del Ejército de Andalucía, jefe del Ejército del Centro y Consejero de Defensa del Consejo Nacional. Asumió las consecuencias de las decisiones que tuvo que tomar, y fue un militar respetado y admirado por todos, que, luchando en defensa de la República, trató de minimizar la masacre final en una guerra que estaba inevitablemente perdida. En la hora postrera, encarnó el realismo y el sentimiento humanitario frente a la insensatez y el fanatismo de otros. Quiso poner fin a la guerra de un modo pacífico y digno, y si no lo logró fue por la intransigencia y soberbia de los vencedores. De lo que no hay duda es que su desesperado gesto salvó muchas vidas humanas. Los que se acerquen, libres de prejuicios partidistas, a este diálogo con la obra memorialística del coronel Casado convendrán en que sus motivaciones patrióticas están fuera de duda y que, en aquella difícil coyuntura, actuó con honestidad y valor.
Pedro López Ortega es catedrático de Bachillerato y abogado. Se licenció en Teología y en Filosofía en la Universidad Pontificia de Salamanca, y en Derecho en la Universidad de Valladolid (Facultad de Burgos). Ejerció la docencia en el Instituto de Bachillerato Cardenal Sandoval y Rojas de Aranda de Duero, en el Instituto de Yurre (Vizcaya), donde desempeñó entre 1975-1977 los cargos de jefe de estudios y director, y en el Instituto Félix Rodríguez de la Fuente, en Burgos, donde fue su director desde 1978 a 1980. Posteriormente, se trasladó al Instituto Comuneros de Castilla hasta su jubilación en el año 2006. Fue Inspector de Bachillerato en Santander desde 1981 a 1984, y ejerció la abogacía desde 1990 al 2000 como asesor jurídico del Sindicato de Profesores Estatales. Lo que ha movido al autor de este relato es el propósito de ofrecer a sus lectores un antídoto contra esa enfermedad del alma de los que presumiendo de conocer el pasado lo manipulan, proyectando sobre la pared de sus escritos, al igual que sucede en la caverna de Platón, la sombra de una realidad falseada por unos prejuicios ideológicos descomunales.
Pedro Lopez Ortega es catedratico de Bachillerato y abogado. Se licencio en Teologia y en Filosofia en la Universidad Pontificia de Salamanca, y en Derecho en la Universidad de Valladolid (Facultad de Burgos). Ejercio la docencia en el Instituto de Bachillerato Cardenal Sandoval y Rojas de Aranda de Duero, en el Instituto de Yurre (Vizcaya), donde desempeño entre 1975-1977 los cargos de jefe de estudios y director, y en el Instituto Felix Rodriguez de la Fuente, en Burgos, donde fue su director