La Conquista de México arroja una cruda luz sobre la complicada mezcla de la civilización humana. En ese encuentro del Viejo y el Nuevo Mundo, choque de una inusitada violencia, cada uno ve la barbarie en el otro campo. ¿Cómo interpretar una cultura en la que se yuxtaponen las hogueras de la Inquisición y el espíritu libre del Renacimiento? ¿Cómo comprender el refinamiento de los aztecas y a la vez su práctica del sacrificio humano? ¿Fue Hernán Cortés el conquistador brutal que sugiere su negativa leyenda?
En esta biografía, Christian Duverger despoja al hombre de su condición de mito para perfilar a un personaje nada ordinario y muy lejos del tradicional arquetipo: Cortés es culto, seductor y refinado; prefiere el gobierno de las mentes a la fuerza, que, no obstante, sabe manejar. Tiene voluntad e inteligencia; conoce tanto el éxito como el fracaso; posee familia y amigos y se debate entre amores complicados; envejece; sus reflexiones profundas chocan con sus preocupaciones más terrenas y, cuando ve venir la muerte, juzga su época.
Duverger dibuja así a un Cortés de personalidad compleja cuyos contornos son, sin duda, polémicos, y que se inscribe en una fase particularmente sensible de la historia de América, en la que las sociedades indígenas sufren la intrusión española. Para Duverger, Cortés, hijo de Castilla, es al mismo tiempo un tránsfuga que elige muy pronto a la América de los indios. En ruptura con su cultura de origen, sueña con fundar otro mundo a partir del mestizaje.