Guillermo de Humboldt, filólogo y gran humanista alemán, llegó a proclamar que una lengua era el espíritu del pueblo que la habla. No consideraba sólo que cada lengua expresara o reflejara dicho espíritu popular, sino que era la viva encarnación del mismo. Si acogemos esta definición como un feliz hallazgo, de ahí se derivaría que la lengua japonesa es el espíritu del pueblo japonés.Así, si el pueblo japonés es ceremonioso en el trato, eso mismo ocurre con su lengua, donde existen varios niveles de cortesía para decir una misma cosa. Si los japoneses son amantes de la naturaleza desde su infancia, la lengua japonesa tiene numerosas palabras para la lluvia, los vientos, la alternancia de las estaciones climáticas. Si la cultura japonesa convierte muchas actividades en arte como la ceremonia del té, el arreglo floral, el tiro con arco es porque a su vez la lengua japonesa vive en simbiosis permanente con el arte.Existe un tópico entre nosotros los occidentales, según el cual la lengua japonesa es muy difícil. Y nos resulta difícil al compararla con nuestra propia lengua, que es la que nos parece normal. Yo dir
(Barcelona, 1929) es uno de los japonólogos españoles más reconocidos. Licenciado en Filosofía por la U. de Comillas, se especializó en Lingüística en la Universidad de Michigan, y posteriormente dirigió el C. de E. Japoneses de la Compañía de Jesús en Japón. Fue profesor de Humanidades Contemporáneas en la Universidad de Sophia (Tokio) y profesor honorario del C. de E. de Asia Oriental en la UAM. Durante casi treinta años fue adjunto de presidencia en la empresa hispano-japonesa Acerinox S. A. En 2002 el Gobierno japonés le otorgó la condecoración Imperial de la Orden del Tesoro Sagrado.