A lo largo del siglo XIX y hasta 1920, fecha del tratado de Sevres (por el que Siria dejó de pertenecer a Turquía), el interés español sobre el Mediterráneo Oriental se acentúa permitiendo trazar la evolución de Damasco a través de textos publicados en castellano tanto por autores españoles como hispanoamericanos, muchos de los cuales acuden a la ciudad de la que huyó Abder Rahman, primer emir omeya de Córdoba, para reencontrarse con el origen de la España Árabe, fascinados por los elementos que tienen en común con la urbe: unos lazos históricos y afectivos diferentes a los creados en otras obras de viajeros europeos. Estos textos se pueden agrupar en tres grupos. El que más datos aporta es el relacionado con la literatura de viajes donde una docena de escritores, diplomáticos, militares y peregrinos ofrece su personal visión de la ciudad, su historia y sus costumbres, a partir de las tres corrientes literarias de la época: el romanticismo, el realismo y el modernismo. Un segundo grupo lo constituyen los artículos de prensa que dedicaron su atención a Damasco, especialmente durante los sucesos del verano de 1860, cuando en el Líbano estalla la guerra civil entre cristianos y musulmanes y ésta se extiende a Damasco con el ataque al Convento español y la muerte de siete religiosos españoles y uno austriaco. El tercer conjunto de textos es el más heterogéneo y comprende las referencias a Damasco en enciclopedias, manuales de Geografía, Política o Historia de la época. Pablo Martín Asuero, autor asimismo del libro España y el Líbano, 17881910, publicado en esta misma colección, sintetiza en esta obra la imagen que tenían los lectores en español del Damasco Otomano. Con tal propósito, tras la correspondiente introducción histórica al periodo estudiado, el libro se centra en la ciudad que será tratada desde diferentes perspectivas, pero siempre de manera sistematizada para todos los autores y textos antologados, mediante elementos temáticos comunes como la primera visión , la descripción de los distintos barrios, las casas damascenas, la gran mezquita, la murallas y naturalmente, sus habitantes.