Versión corregida, ampliada y definitiva de los diarios de Alejandra Pizarnik. «Una constante de los diarios de escritores es que otros se encarguen de publicarlos póstumamente. Estas publicaciones podrían dar la impresión de ser una violación de la intimidad del diarista, pero no cabe duda de que, al conservarlos, el escritor está indicándonos que es consciente del valor intrínseco que tienen. Eso es aún más evidente en el caso de Alejandra Pizarnik, ya que conservó sus cuadernos hasta el último momento», comenta Ana Becciu en la nota que acompaña esta nueva edición, corregida y ampliada, con muchos fragmentos reveladores que hasta ahora nunca habían visto la luz, de los diarios de una mujer que convirtió su angustia en un destilado de palabras duras y hermosas. Su obsesión por escribir, sus dudas, y sus ganas de comer, fumar y amar con voracidad hasta que el cansancio la derrumbaba... todo quedó apuntado en cuadernos y papeles sueltos que por fin han encontrado su lugar. Aun hoy, cuando ya se han cumplido cuarenta años desde de su muerte, la voz de Pizarnik acompaña al lector en un viaje donde la literatura importa y la vida duele. «A veces me gustaría registrarme por escrito en cuerpo y alma: dar cuenta de mi respiración, de mi tos, de mi cansancio, pero de una manera alarmantemente exacta, que se me oiga respirar, toser, llorar, si pudiera llorar.» Alejandra Pizarnik, París, 3 de agosto de 1961La crítica ha dicho:
«Con su exhibicionismo -hablaba de sus complejos, sus costumbres, sus amores- desafiaba el recato burgués heredado del XIX. De alguna forma, los diarios fueron un arma poderosa para la emancipación de las mujeres. Una vez a Pizarnik le preguntaron para qué escribía. "Para que me quieran", contestó. Son muchas páginas de palabras duras y hermosas, especialmente disfrutables para los muy intensos. Llevó la angustia a sus más altas cotas literarias.»
Xacobe Pato (librero en Cronopios), Vogue «Un hecho excepcional en la literatura argentina, que puede adjudicarse al aura de prestigio casi legendario que ha envuelto la vida y la obra de Alejandra Pizarnik.»
César Aira «Al encanto de Pizarnik de ser una figura envuelta en el misterio y una personalidad inexplicable, hay que añadir el hecho de que palabra por palabra ella escribía la noche, y el lector que se acerque a ella descubrirá que esa escritura nocturna, que tenía un alto sentido del riesgo, nacía de la más pura necesidad, como a pocos escritores del siglo XX se les ha visto: una lírica extrema y también una tragedia.»
Enrique Vila-Matas, Babelia «Sumergirse en la intimidad de la gran poeta argentina es adentrarse en las arenas movedizas de una pulsión suicida. [...] Así es su escritura: el constante descubrimiento de una rosa con espinas. [...] Se la lee de poco en poco, como quien paladea un vino añejo.»
Rocío Niebla, Tinta Libre «Pizarnik nos descubre un éxtasisen la inestabilidad del lenguaje y logra arrancarle una verdad mercurial y patética.»
Los Angeles Review of Books «Un hecho editorial único; no sólo dentro de la tradición argentina, sino en castellano. Su carácter único reside en que no existe otro caso conocido en que se vaya a disponer, casi con certeza, aunque no todavía, de una publicación completa, sin filtro de autor, pariente o censor, de unmaterial tan abundante, tan ligado desde el principio hasta el final a un destino de escritora.»
Nora Catelli, El País «Basta nombrarla para que en el aire vibren la poesía y la leyenda. Una lírica extrema y también una tragedia.»
Luis Chitarroni
Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires en 1936 en una familia de inmigrantes judíos de origen ruso y eslovaco.
Publicó su primer libro, titulado La tierra más ajena, en 1955. Le siguieron La última inocencia en 1956 y Las aventuras perdidas en 1958.
Entre 1960 y 1964 se instaló en París y ahí colaboró con distintas revistas y diarios. De esa época procede su amistad con Julio Cortázar, Rosa Chacel y Octavio Paz, quien prologó su cuarto poemario, titulado El árbol de Diana (1962).
En 1964 regresó a Buenos Aires y publicó sus obras más conocidas: Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Desde 1954 en adelante, Pizarnik fue redactando sus Diarios (Lumen, 2013) que la acompañaron hasta los últimos días de su vida. Lumen también ha publicado su Prosa completa (2016).
En 1972, a la edad de treinta y seis años, decidió morir en la misma ciudad donde había nacido.