El joven Ricardo Escalante, por esas cosas del destino, escapa de sus orígenes humildes y, con treinta años, es canciller de la embajada española en Montevideo. Corre el año de 1970. En Uruguay, su existencia convencional se verá arrollada por los manejos de los delegados norteamericanos ávidos por descubrir la identidad de un esquivo tercer hombre que parece estar al tiempo en todas partes y en ninguna, por la irrupción de una oscura intriga diplomática que permite intuir los contactos de los guerrilleros tupamaros con los terroristas etarras, y, más íntimamente, con la aparición de la misteriosa Edurne Ormaechea, que dará al traste con su matrimonio y sus expectativas de una vida pacífica. La edad de las bacterias narra la desquiciada historia de un hombre y una mujer que se desearon hasta la locura y fueron arrollados por la maquinaria terrible de la que formaban parte. Pero, como ya hiciera en novelas anteriores, Manuel García Rubio transforma el microscopio que explora al individuo para, abriendo el zoom, convertirlo en un gran angular que nos abarca a todos. Aquí, apunta con el dedo a la pendular asimetría de hambre y violencia que se levanta en torno al eje del Atlántico desde hace siglos, y al papel de las guerrillas urbanas y de las organizaciones terroristas en América Latina y en Europa hasta los primeros años setenta, cuando el mundo se entregó sin resistencia al poder económico y militar de Estados Unidos de América. He aquí una historia distinta, apasionante, plagada de sorpresas y de reflexión, poco habitual en las letras españolas de nuestros días.
Manuel García Rubio nació en Montevideo (Uruguay), pero es asturiano de origen y de corazón. Su extensa e intensa actividad como abogado no le impide cultivar su verdadera vocación, la de escritor. Ha practicado el ensayo y la creación literaria. Con la publicación de su primera novela, El sentido de las cosas (Madrid, 1989), consiguió ocupar, en el difícil panorama literario nacional, un espacio que consolidaría con su sorprendente obra El efecto devastador de la melancolía (Madrid, Lengua de Trapo, 1997). La garrapata, su tercera novela, publicada también en esta colección, lo confirmó como una de esas voces que los amantes de la buena literatura no deberían dejar de oír. En su cuarta novela, Green, sigue demostrando que el lenguaje rico y la reflexión profunda y seria no están reñidos con la diversión ni con la carcajada.
«Una novela que divierte y sorprende», (Eduardo Sotillos, El Ojo Crítico).
«Novela de una exquisitez formal a punto del academicismo, lo que se agradece de verdad», (Fernando Fonseca, La Nueva España).
«Un escritor que no ha dejado de hilar fino», (Javier Memba, El Mundo).
«Maestría narrativa y creadora en una novela redonda», (J. Cuartas, Ábaco).