Lo más extendido entre nosotros, en los ámbitos
científicos y en los más mundanos, es explicar la
especificidad del hombre a partir de sus carencias
anatómicas. En comparación con el equipaje natural
de los demás animales, el nuestro es más bien
escaso: por no tener, no tenemos ni pelo que nos
abrigue.
Así, desde el mito de Prometeo hasta El origen de
las especies de Darwin, y más allá de todo esto en
la opinión común que nos domina, la inteligencia
humana, el lenguaje y la técnica serían el resultado
de una adaptación forzada, pero natural, a un
mundo poco acogedor para el frágil cuerpo desnudo
de los hombres.
Este lúcido ensayo se pregunta si las cosas no son
más bien al revés, es decir, si no será más bien que
esa fragilidad es el resultado del uso masivo de la
inteligencia, del lenguaje y de la técnica.
François Jaran sostiene, con agudeza y claridad,
que el carácter artificial y no su naturaleza desvalida
es el verdadero punto de partida de la historia
del animal que somos, lo que sin duda contradice a
Prometeo, a Darwin y a la doxa dominante.
La atrevida tesis de François Jaran abre un
espacio inédito tanto a la libertad humana
como a la relevancia de la toma de decisiones
más allá de la esfera política.