Bella Winter tiene una cicatriz en la cara a raíz de un accidente de coche; conducía su novio, un tipo tacaño que no la apreciaba. Embarazada de un inmigrante al que conoció en una fiesta en un piso cochambroso de Bayswater y nunca más volvió a ver, tiene ahora una niña de meses negra, que oculta a su madre, una mujer que nunca parece haberla querido. Pero encuentra un trabajo que le encanta en una pequeña tienda de antigüedades en Richmond, hace nuevos amigos y empieza a tener la sensación de que la vida al fin le sonríe.
El pasado, cómo no, vuelve, pero tal vez en condiciones que permitan reconciliarse con él; y el presente abre nuevos horizontes, quizá engañosos pero en principio muy felices.
Nació en el condado inglés de Warwickshire, en una familia venida a menos. Estudió arte en Londres y contrajo matrimonio con Arthur Price, un pintor con el que tuvo dos hijos. Se ganó la vida de las formas
más variopintas: vendedora de coches antiguos, modelo, cocinera o criadora de caniches. En 1945, se casó en segundas nupcias con Richard Comyns, un funcionario del Foreign Office que trabajaba bajo las órdenes de Kim Philby y con quien viviría en Ibiza y en Barcelona durante dieciséis años.