El concepto de espíritu representa el instrumento hegeliano para pensar la intencionalidad, haciéndose cargo de las tramas de significados, valores, instituciones, etc. que ella implica. Además, aquel posee asimismo el atributo de la libertad, puesto que el acto de la conciencia provoca que se abra una distancia respecto a todo vínculo forzoso. Esa soltura -su no depender- constituye el poder del espíritu («la potencia libre»), manifiesto en la actividad mediante la cual se labra y confirma el despliegue del sujeto, asunto principal de toda metafísica moderna.