En nuestro presente escasean los motivos para la reunión de los individuos. Los enlaces éticos se encuentran en permanente crisis, aun cuando, pese a ello, no terminan de quebrarse. Puesto que la libertad es el bien supremo, cualquier juntura en esta situación dominada por «sujetos libres», que podría llamarse «civil», se halla sometida a ciertas restricciones: distinguir entre la constitución formal del orden político, las reglas, y los contenidos que posen valor para cada uno, entre la proveniencia y el porvenir, entre los vínculos comunitarios y la acción, etc. Convendría entonces examinar el fundamento de esa juntura problemática, la razón civil, que no se sustenta en otra cosa que en la exigencia de universalidad para una gran diversidad. La indagación girará alrededor del centro conceptual que proporciona la filosofía de Hegel, pero de un modo excéntrico, pues enseguida pone rumbo hacia otras constelaciones.