En veinte años de escritura, no ha querido y no ha podido contravenir Antonio Moreno su temperamento poético, que huye del alarde retórico y de cualquier oscuridad innecesaria. Esta fidelidad para consigo mismo, que ha fraguado en verdaderos aciertos expresivos y que ha cavado en su poesía la hondura luminosa de la sencillez, constituye su naturaleza propia.