Una obra imprescindible para todos aquellos que deseen profundizar en la figura de uno de los padres de la modernidad. A través de las conversaciones con otras personalidades como Jacques Gene o Apollinarie, conocemos las reflexiones, ideas y pensamientos de Matisse. Además, esta edición de Escritos y consideraciones sobre arte incorpora nuevas notas, muchas del propio Matisse, que acaban de contextualizar lo que el pintor pensaba sobre el color, el dibujo o las ilustraciones, entre muchos otros.
El poeta y crítico Dominique Fourcade hace un esfuerzo de recopilación y sistematización del enorme corpus que constituyen los comentarios desgajados.
Si bien Matisse se negó durante toda su vida a sistematizar sus pensamientos sobre el arte en una doctrina ordenada y escrita, convencido de que el pintor se expresa por medio de sus telas, Escritos y consideraciones sobre arte recoge las reflexiones, comentarios y juicios que en el transcurso de su vida compartió con algunos testigos privilegiados de su evolución pictórica. Así, además del testimonio del artista, en estas páginas aparecen las voces de Apollinaire o René Char, entre otros autores.
El libro se organiza en grandes capítulos en los que desarrollan las cuestiones que más preocupaban a Matisse -como el oficio del pintor o el conflicto entre el color y el dibujo, por ejemplo- y esboza la firme trayectoria vital de un creador cuya obra sigue plenamente vigente.
A Henri Matisse se le considera, junto con Pablo Picasso, uno de los padres de la modernidad en la pintura. Vinculado al postimpresionismo y representante en sus inicios del fauvismo, Matisse trabajó con maestría el color y el dibujo en busca de un efecto bidimensional que marcaría gran parte de su obra.
Al comienzo de su trayectoria artística practicó el dibujo del natural en un estilo más bien tradicional, como se aprecia en El tejedor bretón, y realizó copias en el Louvre. Más adelante pasó a pintar luminosos paisajes de Córcega y de la Costa Azul.
En algunas de sus figuras pintadas hacia fin de siglo está presente la influencia de Cézanne, pero a partir de 1907 su estilo se hizo más definido y pintó a la manera fauve. Otro de sus rasgos peculiares es la sensación de bidimensionalidad de cuadros como La habitación roja.
Hacia 1916 se inició un período en el que se percibe la influencia del movimiento cubista, de creciente importancia, que se traduce en un concepto más geométrico de las formas y una simplificación aún mayor, como en El pintor y su modelo.
En 1963 se abrió en Niza el Museo Matisse, que reúne una parte de su obra.