Del conjunto de integrantes de la llamada generación del 14, intelectuales para los que la europeización de España era una preocupación urgente, Gregorio Marañón brilla con luz propia. Paradigma liberal, en Marañón se unen el ensayista, el historiador, el médico y el investigador. Ante todo un hombre comprometido con su tiempo, encabezó la disidencia en el interior del país durante la dictadura de Primo de Rivera y contempló con horror cómo los españoles se despeñaban por el precipicio del odio para acabar convirtiéndose en un puente hacia la reconciliación nacional en los años del franquismo.
De todo ello da cuenta esta necesaria biografía escrita desde el rigor por Antonio López Vega, que ahonda en los esfuerzos de Marañón por impulsar la modernización de la ciencia y la medicina, su compromiso social con los más desfavorecidos, su preocupación por el atraso de España, su continua lucha por elevar el nivel de la educación y del debate intelectual y, cuando las circunstancias del país así lo exigieron, su ejercicio constante de tolerancia y moderación.
La proyección pública de Marañón, que trascendió el ámbito meramente profesional y que sólo se explica por su enorme prestigio y por la generosidad con la que se entregó a su trabajo, lo convierten, como explica Juan Pablo Fusi en su prólogo, en «un acontecimiento, esto es, algo que le sucedió a la sociedad española del siglo xx, un hecho histórico en todo el amplio sentido del concepto».
Antonio López Vega (1978) es profesor de Historia contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró en 2007 tras haber obtenido el premio extraordinario de Licenciatura. Es además profesor e investigador de la Fundación Instituto Universitario José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, así como director de publicaciones y coordinador de proyectos de investigación de esta institución, en la que dirige la revista electrónica de Ciencias Sociales Circunstancia. Entre sus publicaciones destacan Biobibliografía de Gregorio Marañón (2009), Epistolario inédito: Marañón Unamuno Ortega (2008) y Marañón, académico. Los paisajes del saber (2005).
Si la enseñanza fuera más individualizada no se "etiquetaría" a los niños desde pequeños, se trataría de potenciar las capacidades que cada uno tiene, reforzando su autoestima. No se cumplirían "estándares", pero se conseguirían gentes mucho más felices y seguro que mejores profesionales y más variados.
Es esto una utopía?
Si la enseñanza fuera más individualizada no se "etiquetaría" a los niños desde pequeños, se trataría de potenciar las capacidades que cada uno tiene, reforzando su autoestima. No se cumplirían "estándares", pero se conseguirían gentes mucho más felices y seguro que mejores profesionales y más variados.
Es esto una utopía?