Armado con ese humor mordaz y ese dominio del lenguaje que lo caracterizan y que lo convertirán en uno de los escritores norteamericanos más importantes de todos los tiempos, narra el autor de Tom Sawyer el viaje y, como podrá imaginar el lector, no deja títere con cabeza: empezando por él mismo, pasando por Miguel Ángel, los Maestros Antiguos, los guías de turismo -a los que pone a caldo-, franceses, napolitanos, y acabando por los Peregrinos y su viaje a Tierra Santa.
Casi todo el mundo sabe hoy quien es Mark Twain, pero pocos saben que su verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens y que nació prematuramente en Florida, en el Estado de Missouri, en 1835. A los veinte años, tras haber sido tipógrafo en un pueblo del Mississipi, vagabundeaba ya por el Estado de Nevada en busca de plata, que jamás encontró, y a los 35, era hombre casado y célebre. Inquieto, aventurero y vital en su juventud, en la madurez, no contento con el éxito como escritor, cayó presa del afán de dinero, que le llevó a arruinarse en más de una ocasión y a alejarse de su mujer y de sus hijas. Su vida fue la de un hombre contradictorio, eternamente insatisfecho. Treinta y siete volúmenes ocupa su obra completa, lo cual nos indica lo poco que sabemos del creador de los inefables Tom Sawyer y Huckleberry Finn, compañeros inseparables de nuestra infancia.