La «mundialización de la cultura» y el «respeto de las diferencias» son dos conceptos que no pierden actualidad. La antropología es hoy más que nunca necesaria para analizar la crisis del sentido social en todo el planeta. Ello es posible, en la medida en que su tradición, sus procedimientos y su objeto le permiten adaptarse a los cambios de escala que acompañan la aceleración de la historia, el encogimiento del planeta por la anulación de las distancias y la individualización de los destinos.
Desde una reconsideración de las relaciones de la antropología con la historia y desde una crítica de las teorías que se ocupan de la unidad y la pluralidad de las sociedades humanas, Marc Augé se esfuerza por hacer un inventario de los instrumentos teóricos y metodológicos de la antropología para examinar luego algunos fenómenos característicos de nuestro tiempo: los grandes medios de difusión, la comunicación, los ritos políticos, los nuevos cultos o renovados que florecen en todos los continentes, el espacio cada día más extendido de las concentraciones urbanas.
Así se espera legitimar la existencia de una antropología de los mundos contemporáneos que esté atenta a la dimensión ritual y a todas las novedades que se ponen en juego en la actualidad.
Marc Augé (Francia, 1935) nació en una familia de militares, se interesó en la descolonización, pero también en las ciencias de la información y la comunicación. Con el tiempo, terminó transformándose en el mejor observador de lo que él mismo llamó "sobremodernidad". Una situación social marcada por el exceso: tiempo, velocidad, movimientos y consumo. Desde las lagunas del sur de Costa de Marfil hasta el Jardín de Luxemburgo, de Togo al metro de París, del paganismo al hipermodernismo, Marc Augé inventó una singular antropología de los mundos africanos y contemporáneos.