«Cuando era niño solía ir a menudo a Luxemburgo. Podría recapitular mi existencia hablando nada más que de este jardín y de las imágenes que despierta en mí. Inviernos de guerra
las mañanas cuando se me hacía tarde y corría hacia el liceo Montaigne
Instante fijo: el mismo y eterno anciano del traje gastado arroja pan
a los pichones. Una joven elegante vigila de reojo a su hijo que se lava las manos en la tierra
».
¿Puede un etnólogo observar las costumbres de su propia tribu? ¿Puede visitar nuestras sociedades y discernir en ellas el sutil juego de los rituales cotidianos modernos, ya sea en las visitas al médico, en la lectura de la prensa, en el bombardeo de las imágenes y en las formas de sociabilidad de las grandes urbes?
Marc Augé pone a prueba su experiencia de etnólogo y de habitante urbano para descifrar la trama que las costumbres van tejiendo un día cualquiera en París. Así descubre cómo los lugares organizan los recuerdos, cómo se entrelazan las prácticas cotidianas en un universo simbólico donde el etnólogo puede circular entre la actualidad política y el deporte, entre los sueños y los días, entre Durkheim y Sèvres-Babylone.
Marc Augé (Francia, 1935) nació en una familia de militares, se interesó en la descolonización, pero también en las ciencias de la información y la comunicación. Con el tiempo, terminó transformándose en el mejor observador de lo que él mismo llamó "sobremodernidad". Una situación social marcada por el exceso: tiempo, velocidad, movimientos y consumo. Desde las lagunas del sur de Costa de Marfil hasta el Jardín de Luxemburgo, de Togo al metro de París, del paganismo al hipermodernismo, Marc Augé inventó una singular antropología de los mundos africanos y contemporáneos.