Haikudô propone setenta haikus japoneses como enigmas a ser descifrados. Dado el carácter especular del haiku, empero, todo esfuerzo por desvelar un haiku tiene como resultado el desvelamiento del corazón de quien lo intenta. Más que de un desciframiento, de lo que se trata es de un acto de vaciamiento y de exponernos al haiku como ante un espejo. De ahí que tanto la escritura, el estudio o la lectura de los haikus pueda convertirse en un camino espiritual. Tras una meticulosa indagación en estos setenta ejemplos paradigmáticos de haikus de difícil comprensión queda de manifiesto que el haiku japonés siempre fue una Vía espiritual (dô), un modo de entrenamiento del yo, un proceso de despertar de los sentidos, de atención, de naturalidad, de autenticidad, de paciencia, de desprendimiento, de extinción de la vanidad y hasta del yo. Los maestros de haiku nos enseñan que el poeta debe eliminarse de su poesía para que sus versos capten la esencia dinámica de la realidad.