Leer estas páginas es maravillarse ante el misterio de la vida. En el capítulo cuarto, por ejemplo, Sir Charles nos invita a asistir a un milagro, el de la autoformación de un delicado, sofisticado y perfecto instrumento: el ojo. Se trata de la invitación de un gran científico y espléndido escritor que tuvo mucho tiempo para dejarse fas- cinar por el problema del fenómeno llamado vida (¿existe ?seamos serios? al- gún otro problema?), pues dispuso de noventa y cinco años para semejante tarea. Es éste el texto culminante de un científico (por deseo expreso), de un historiador (por curiosidad natural) y de un filósofo (inevitablemente). Las reflexiones de Sir Charles Sherrington arrancan del conocimiento antiguo y medieval, y muy en espe- cial de la obra del sorprendente Jean Fernel, médico de cámara de Enrique II de Francia, que alcanzó una enorme reputación y ejerció una gran influencia en el si- glo XVI. El «nuevo Galeno», como se le conocía entonces, parece haber aceptado también, desde el pasado, atender a la misma invitación que Sherrington nos hace a nosotros, sus lectores de hoy. De hecho, se siente, al leer este libro, como si otras personas lo estuvieran haciendo a la vez, discretamente, por encima de nues- tro hombre: ¡Fernel y el propio Sir Charles!
Sherrington (sir Charles Scott), filósofo británico (Londres 1857-Eastbourne 1952). Junto con J. H .Jackson fue el fundador de la neurología moderna. Tras estudiar la sinapsis, descubrió la distribución matamérica de las raíces raquídeas, describió el reflejo miotático e individualizó la sensibilidad propioceptiva. Precisó los mecanismos de coordinación de los movimientos y de la rigidez de descerebración, así como la topografía de la corteza cerebral. Mostró la importancia que tienen en neurología las nociones de reflejo e integración. Sus investigaciones, resumidas en dos grandes obras (Acción integrante del sistema nervioso [1906] y Actividad refleja de la médula espinal [1932]), le valieron el premio Nobel de medicina en 1932.