David Barney, acusado de matar a su riquísima mujer Isabelle, llevaba cinco años absuelto cuando aparece muerto el detective Morley Shine, encargado por Lonnie -el abogado del primer marido de Isabelle- de investigar el caso con el fin de reabrirlo e impedir que Barney se apodere definitivamente de la fortuna de su esposa. Cuando Kinsey Millhone acepta hacerse cargo del asunto, está convencida de que se trata tan sólo de atar unos cuantos cabos sueltos, ya que Shine era un viejo zorro que se las sabía todas. Pero su sorpresa es mayúscula cuando se encuentra con que los archivos de Shine están patas arriba, que su principal informante es de muy poco fiar y que sus testigos niegan haberse entrevistado con él, y, lo que es peor, que todo lo que afirma Barney para probar su inocencia resulta ser cierto. De modo que, si Barney no mató a su mujer, ¿quién lo hizo ? Le tocará a Kinsey descubrir que Isabelle Barney se había buscado a más de un enemigo...
Sue Grafton
nació en Louisville, Kentucky,
en 1940. Es licenciada en literatura inglesa y ha trabajado en Hollywood como guionista de televisión.
En 1982 creó el personaje
de la detective Kinsey Millhone, según
confiesa ella misma, para desquitarse de los disgustos causados
por su divorcio. En cualquier
caso, para satisfacción de sus
miles de lectores, así
nació su extraordinario Alfabeto del Crimen, la serie de novelas policiacas protagonizadas por Kinsey Millhone y publicados por Tusquets Editores: A
de adulterio, B de bestias,
C de cadáver, D de deuda, E
de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas,
H de homicidio, I de inocente,
J de juicio, K de Kinsey, L
de ley (o fuera de ella), M
de maldad, N de nudo, O de
odio, P de peligro, Q de quién,
R de rebelde y S de silencio (Andanzas 111 A-S, y Fábula 3A-3G, 3P y 3Q). Varios de
estos títulos han obtenido premios tan importantes como el Mysterious Stranger Award, el Shamus Award, el Anthony Award, y, en 2004, el Premio Ross
Macdonald. En las diecinueve
novelas que de la serie policiaca el Alfabeto del Crimen, Grafton ha explorado sin cesar nuevos territorios, nuevas técnicas narrativas, nuevos personajes, con resultados siempre fascinantes y sorprendentes. Y T de trampa, su
caso número veinte, no es una excepción.