Cuando encontraron el yate de Wendell Jaffe a la deriva, todo indicaba que se había tirado por la borda. No sólo lo confirmaba la nota que él había dejado, sino también su desastrosa situación financiera. Aun así, poco antes, había suscrito con la compañía para la que trabaja Kinsey Millhone un seguro de vida de quinientos mil dólares a nombre de Dana, su mujer, quien, sin embargo, al haber desaparecido el cadáver de su marido, tuvo que esperar cinco años hasta que fuera dado oficialmente por muerto. Pero quiso el azar que un día un agente de la compañía de seguros descubriera a Jaffe en la barra de un bar miserable de la costa mexicana, justo dos meses después de que Dana cobrara el seguro de su marido. Por supuesto, la compañía quiere deshacer en entuerto y contrata a Kinsey para investigar el caso. Pero cuanto más se adentra ella en el misterio que rodea al supuesto suicidio de Wendell Jaffe, más hondo excava también en su propio pasado...
Sue Grafton
nació en Louisville, Kentucky,
en 1940. Es licenciada en literatura inglesa y ha trabajado en Hollywood como guionista de televisión.
En 1982 creó el personaje
de la detective Kinsey Millhone, según
confiesa ella misma, para desquitarse de los disgustos causados
por su divorcio. En cualquier
caso, para satisfacción de sus
miles de lectores, así
nació su extraordinario Alfabeto del Crimen, la serie de novelas policiacas protagonizadas por Kinsey Millhone y publicados por Tusquets Editores: A
de adulterio, B de bestias,
C de cadáver, D de deuda, E
de evidencia, F de fugitivo, G de guardaespaldas,
H de homicidio, I de inocente,
J de juicio, K de Kinsey, L
de ley (o fuera de ella), M
de maldad, N de nudo, O de
odio, P de peligro, Q de quién,
R de rebelde y S de silencio (Andanzas 111 A-S, y Fábula 3A-3G, 3P y 3Q). Varios de
estos títulos han obtenido premios tan importantes como el Mysterious Stranger Award, el Shamus Award, el Anthony Award, y, en 2004, el Premio Ross
Macdonald. En las diecinueve
novelas que de la serie policiaca el Alfabeto del Crimen, Grafton ha explorado sin cesar nuevos territorios, nuevas técnicas narrativas, nuevos personajes, con resultados siempre fascinantes y sorprendentes. Y T de trampa, su
caso número veinte, no es una excepción.