La diferencia entre un mago y un matemático es que el mago nunca te revelará sus secretos, mientras que el matemático está deseando hacerlo. Esta diferencia fundamental se diluye en los libros de magia, en los que los ilusionistas explican algunos de sus trucos a colegas y aficionados. Un libro de magia es un lugar paradójico de secretos explicados; en eso se parece un poco a un libro de matemáticas. La obra que tienes entre tus manos es un ejemplo destacado y particular de esa coincidencia entre magos y matemáticos. Es un libro de matemáticas, es verdad, pero también es un libro de magia, o tal vez más lo segundo que lo primero, o viceversa. Ilusiones matemáticas explica (y ejemplifica) muy bien el fascinante encuentro entre magos y matemáticos. La naturaleza del asombro está a veces disfrazada, escondida, en caminos de regularidad y exactitud. Las matemáticas saben mucho de simetría, de combinaciones; los números esconden entre ellos secretos a la vista, solo perceptibles para el ojo experto. Y ahí, a veces, habita el asombro, tanto más oculto cuanto inesperado es el lugar en el que se esconde. Un buen ju