El único objetivo legítimo de la institución del Gobierno es asegurar el mayor grado de felicidad posible a la masa general de los que se han asociado con él . Esa idealista declaración de intenciones resume el legado de un político que se apasionaba con los descubrimientos científicos, un infatigable escritor qué sin embargo anhelaba dedicarse a la vida familiar y a cuidar de su jardín, el hombre que redactó la Declaración de la Indepencia norteamericana y presidió el país durante una década pero quiso ser recordado como fundador de la universidad dé Virginia. Un hombre que aspiró a encontrar en lo público la felicidad privada, y que siempre confió en sus esperanzas más que en sus temores. Un verdadero pionero, cuyo legado analiza con admiración John Dewey en este libro fundamental sobre el pensamiento de Thomas Jefferson.
Profesor de Filosofía en la Universidad de Chicago entre 1894 y 1905, y en la de Columbia entre 1905 y 1929, John Dewey (1859-1952) evolucionó desde el pragmatismo hacia una actitud filosófica de tipo empírico naturalista a la que llamó «instrumentalismo». Dedicado a la ética y la teoría de la educación, pensaba que los sistemas de valores que permiten formular un código moral adecuado deben basarse en la experiencia que da al hombre su relación con el mundo. Entre sus libros destacan Democracia y educación (1914), Human Nature and Conduct (1922), The Quest for Certainty (1929) o La reconstrucción de la filosofía (1920 y 1949).