Entre 1932 y 1936, Carlo Emilio Gadda se embarcó en el proyecto de escribir una novela ambientada en Milán que se llamaría Un fulmine sul 220, donde se proponía narrar el amor prohibido entre Elsa, esposa del adinerado Gian Maria Cavigioli, y Bruno, un asistente de carnicero. Finalmente, insatisfecho con el proyecto, decidió abandonarlo.
Unos años después dicha novela fallida se convertiría en su magistral libro de relatos La Adalgisa, un retrato satírico y burlesco y, a la vez, un fresco abigarrado y enciclopédico de la sociedad milanesa de la época: banqueros fraudulentos, empresarios ingenuos en apuros, ingenieros que construyen puentes que se desmoronan, viejas brujas goyescas que encarnan la decadente aristocracia local, burgueses obsesionados por tener descendencia masculina
y mujeres que se lanzan en brazos de simpáticos proxenetas que, por su parte, prefieren a las criadas recién llegadas del campo. Un caótico maelstrom humano pasado por el filtro de la irrisión.
Pero como siempre ocurre con Gadda, también encontraremos retratos de gran delicadeza y ternura, muy particularmente el de Adalgisa, quien, tras su impactante debut en La traviata un impacto más para la vista que para el oído, habrá de verse viuda y limpiando el polvo de las tumbas del cementerio Monumental. La Adalgisa es también, y ante todo, un homenaje a Milán un homenaje que oscila entre la veneración y la blasfemia, ciudad cuyos mil rostros asoman a la vez en este libro deslumbrante.
Carlo Emilio Gadda nació en 1893, en Milán. Es ingeniero eléctrico. Combatió en la Primera Guerra Mundial y fue hecho prisionero por los alemanes. Ejerció su profesión en Italia y en Argentina hasta 1936, cuando decidió dedicarse exclusivamente a la literatura. Hoy vive en Roma. Algunos lo consideran el «Joyce Italiano» y, aunque la afirmación pueda parecer dudosa a otros, nadie puede negar que es, como Joyce, un creador del lenguaje. Sus obras van siendo editadas en Italia poco a poco, siempre con un carácter fragmentario y provisional. En España, Seix-Barral publicó El zafarrancho aquél de Vía Merulana y El aprendizaje del dolor.