El humor de la farsa anima a los personajes de esta obra teatral. Tras la apariencia de un cuento de hadas, una bella infantina a punto de ser devorada por un dragón y un valiente príncipe que será su salvador, se esconden muchas referencias históricas de la época de Valle-Inclán, un autor genial y una de las personalidades más interesantes de la Generación del 98.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) colaboró asiduamente en prensa y cultivó la prosa y el teatro, llegando a ser uno de los mayores renovadores de la escena española gracias a su técnica el esperpento. Contrario a la dictadura de Primo de Rivera, motivo por el que llegó a estar encarcelado, ostentó el cargo de conservador general del Patrimonio Artístico y director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma durante la Segunda República. El deterioro de su salud le hizo retirarse a Santiago de Compostela, donde falleció en 1936.