El detective Joe Faraday sabe que debe fiarse de los confidentes, que no tiene más remedio que creer en las pistas que le sugieren porque, en muchos casos, son ellos los que le llevarán al final del callejón, pero, aun así, su instinto le dice que no baje la guardia, que mantenga las distancias. Por eso, cuando Juanita empieza a soltar nombres, lugares, situaciones y a conectar lo inconectable, Faraday se tensa: si lo que dice esa mujer es cierto, la desaparición de Stewart Maloney es algo más que un «ir en busca de una nueva vida».