Oscar Wilde (1854-1900) es para muchos la figura emblemática del dandi inglés. Pero esa imagen del artista del esteticismo extremado también se vincula a la figura perseguida por la hipócrita moral dominante de su tiempo. Durante décadas después de su muerte, Wilde fue objeto de controversia y, a pesar de la condena judicial y moral a la que fue sometido, el interés del público por su obra no decreció. Su producción abarca casi todos los géneros literarios (novela, cuento, ensayo, poesía), pero es en sus obras teatrales donde despliega todo su talento artístico, como lo demuestran "La importancia de llamarse Ernesto "y "El abanico de lady Windermere." Wilde se sirvió en ellas de las convenciones y temas del teatro de su tiempo, especialmente del melodrama y de la comedia de costumbres del teatro clásico inglés, pero, gracias al ingenio verbal que le caracterizaba y a su singular capacidad para reírse de la realidad circundante sin causar la reacción negativa del público, logró trascender sus modelos y dignificar un género que se hallaba en decadencia artística.
Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral de origen irlandés, gran exponente del esteticismo, Oscar Wilde conoció el éxito desde sus comienzos gracias al ingenio punzante y epigramático que derrochó en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar a sus contemporáneos. Defensor del arte por el arte, sus relatos repletos de diálogos vivos y cargados de ironía provocaron feroces críticas de los sectores conservadores, que se acentuaron cuando Wilde fue acusado y condenado por su homosexualidad, lo que originó el declive de su carrera literaria y de su vida personal. Entre sus obras destacan las cuatro comedias teatrales El abanico de lady Windermere (1892), Una mujer sin importancia (1893), Un marido ideal (1895) y La importancia de llamarse Ernesto (1895), El fantasma de Canterville o El retrato de Dorian Gray, su única novela.