La revista Garcilaso, fundada por cuatro jóvenes escritores amigos y dirigida finalmente por José García Nieto, cuyos 36 números vieron la luz mes tras mes desde mayo de 1943 hasta abril de 1946, dejó de publicarse (tal como dijo Camilo José Cela) porque necesitaba cincuenta suscriptores más y no los consiguió o, con otras cantidades, porque le faltaban cien duros mensuales para redondear las cuentas y no los tuvo. En compañía de algunas otras colegas desempeñó un importante papel en nuestra poesía de posguerra. El poeta Garcilaso de la Vega, invocado en el título y, con cierta frecuencia asimismo en su contenido, diríase que presidió una tendencia que venía de tiempo atrás, el Garcilasismo, distinguida sobre todo por su apego al formalismo métrico representado por el uso abundante del soneto. Esto sería repetido motivo de diatriba contra sus cultivadores, aunque no fue la única censura que recibieron pues durante aquellos años se puso de moda entre poetas, profesores y periodistas hacer objeto a garcilasismo y garcilasistas de variadas arremetidas, no poco apasionadas e injustas, con olvido de sus méritos, hoy reconocidos. De sus luces y sombras, así como del contexto literario en que unas u otras se produjeron lo que el autor denomina alrededores, entre los que cuenta Acanto, en algún modo continuadora de Garcilaso se informa documentadamente en este libro.