El análisis de las características propias del ateísmo contemporáneo, y la advertencia de la doble incoherencia en que necesariamente incurre, llevan a Jacques Maritain a reconocer el hecho, solo en apariencia paradójico, de que semejante negación de Dios es, en su raíz misma, un fenómeno religioso. De ahí que en este iluminador ensayo se plantee la cuestión capital de cuál de los dos, el ateo o el santo, representa la ruptura más intransigente y revolucionaria con toda la injusticia y el engaño de este mundo. La respuesta ofrecida por el genial pensador tomista no por impecablemente inferida deja de resultar sorprendente: el ateo genuino o absoluto no es sino un santo fallido, a la vez que un revolucionario engañado.
Jacques Maritain (1882-1973) fue, sin duda, una de las figuras señeras de la filosofía del siglo XX. Liberado del materialismo académico de su tiempo por la filosofía de Bergson, que luego impugnaría en su primera obra, se convirtió con su esposa Raïssa al catolicismo en 1906, entregándose apasionadamente hasta el final de su vida a una ambiciosa tarea de crítica y regeneración filosófica de la cultura moderna a la luz de la sabiduría cristiana. Sus obras han hecho de él uno de los filósofos más leídos dentro y fuera de Francia y uno de los maestros espirituales más influyentes y discutidos en Europa y América.