Una novela sobre la aceptación de las grietas o fracturas que conforman la vida. En enero de 2021, mientras Madrid estaba colapsada por una tremenda borrasca de nieve y todo el país se veía afectado por las restricciones de movilidad debidas a la pandemia, Paloma Díaz-Mas perdió a su hermano. Una pérdida repentina que trajo consigo un proceso de reflexión profunda acerca del delicado hilo que separa la vida y la muerte.Antes de ese fallecimiento, Paloma Díaz-Mas planeaba escribir un libro en el que cada capítulo iba a empezar con la descripción de un sueño que le serviría de punto de partida. Ese libro quedó aparcado, arrollado por las circunstancias. Concibió en cambio este otro, distinto, el de la muerte de un ser querido, que empieza con una escena real pero tan parecida a un mal sueño que no se distingue de él.Tejido a base de evocaciones del pasado y de los lazos familiares, el relato se aleja de lo concreto para dar paso a reflexiones acerca del duelo y la pérdida, de lo inesperado y lo irremediable. En la restauración de esa pérdida, la técnica japonesa del kintsugi, que consiste en recomponer las piezas de porcelana rotas con resina de árbol y polvo de oro, se convierte en una metáfora del duelo y de la reparación de las fracturas vitales.Aprendemos así que la verdadera restauración es aquella que celebra la historia de lo que se ha roto, de lo que hemos perdido, dejando a la vista, sin ocultarlas, las fracturas doradas.
Paloma Díaz-Mas (Madrid, 1954) es profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y durante dieciocho años fue profesora de literatura en la Universidad del País Vasco. Ha publicado trabajos de investigación sobre literatura oral y romancero, literatura medieval española y cultura sefardí. Con sólo diecinueve años publicó un primer libro de microrrelatos (recientemente reeditado como ebook con el título Ilustres desconocidos). En Anagrama ha publicado las novelas El rapto del Santo Grial (finalista del I Premio Herralde de Novela 1983), El sueño de Venecia (Premio Herralde de Novela 1992) y La tierra fértil (Premio Euskadi 2000 y finalista del Premio de la Crítica); el libro de cuentos Nuestro milenio (1987), y los relatos autobiográficos Una ciudad llamada Eugenio (1992) y Como un libro cerrado (2005). También ha colaborado en dos antologías de cuentos coordinadas por Laura Freixas, Madres e hijas (2002) y Cuentos de amigas (2009).