La poesía de José Bergamín puede entenderse como un acto de disidencia o rebeldía: de no aceptación del silencio impuesto por la censura o, en un sentido más amplio, de rechazo del silencio definitivo de la muerte. Por medio de sus versos, mediante el acto mismo de escribir, de lírica auto-articulación, emprende su lucha solitaria contra el silencio de la muerte, incluso contra el de Dios. Al coger la pluma, Bergamín afirma y reafirma, una y otra vez, su fe en la palabra y en la poesía, encontrando en esa continua lucha contra el silencio que le acecha lo que he calificado en otro lugar de permanente ?aposento en el aire?. En el coro de voces y ecos que le acompañan en el lírico remanso que habita, encuentra el acento inconfundible de su propia voz, la que se levanta hoy por encima de su propia muerte para seguir hablándonos.
N. D.
José Bergamín (Madrid, 1895-San Sebastián, 1983). Poeta, dramaturgo y prosista de la Generación del 27, es una de las personalidades más sugestivas de lo que ha dado en llamarse la Edad de Plata de la literatura española. Bergamín aporta a la cultura de nuestra lengua su polifacética y multiforme actividad creadora, caso único, quizá, en nuestra literatura, con una vasta creación literaria. Además, hay que añadir la fundación y dirección de revistas, como Cruz y Raya y España Peregrina y su labor al frente de la editorial Séneca. Su obra se enriqueció durante los largos años de exilio; período durante el que escribió diversas obras de teatro y, así mismo, destacó como articulista en periódicos y revistas como Taller, Hoy, El Hijo Pródigo, España Peregrina de México y, sobre todo, El Nacional de Caracas. En 1958, se le permitió regresar a España, aunque, cinco años después, fue de nuevo expulsado, volviendo definitivamente a Madrid en 1970. Aquí escribió y publicó la mayor parte de su obra poética y continuó con sus artículos periodísticos en Sábado Gráfico, sobre todo. Murió en San Sebastián, en 1983, cansado de ser español.