Los ángeles exterminados, la película casi desconocida de la que aquí se exhuma su bergaminiano esqueleto, su frágil hilván de textos fantasmales, cuenta las andanzas y vaivenes de una carreta de cómicos que atraviesa, en 1967, los pueblos y ciudades de España, llevando a ellos el teatro y la tradición literaria hispana. Como si de unas Misiones Pedagógicas fuera de tiempo se tratara, la troupe móvil de cómicos trae noticias de un pasado interminable que convierte a sus espectadores en verdaderos testigos contemporáneos de un ayer que nunca pasa del todo. Así, cuando en la España moderna se detiene la carreta e irrumpen los gestos de los actores y la anacrónica música de su lengua, lo que se ensaya es la única resurrección posible, la del pueblo como representación simbólica. ¿Quiénes son los ángeles exterminados? ¿Y por qué hasta el día de hoy, quizás cuando más falta hacen estos cómicos de la legua, se nos ha hurtado su presencia, la necesaria familiaridad con esta «ficción-documental» que tanto parece saber de nosotros? Solo nos queda interrogar a los restos, al trazo de la película olvidada y entrevista en malas copias, quizás con la esperanza de que en este pacto secreto entre lo arcaico y lo moderno, en su movimiento de ida y vuelta, se encuentre el vislumbre, junto a una España vencida y sojuzgada, de la figura de un pueblo por-venir.
José Bergamín (Madrid, 1895-San Sebastián, 1983). Poeta, dramaturgo y prosista de la Generación del 27, es una de las personalidades más sugestivas de lo que ha dado en llamarse la Edad de Plata de la literatura española. Bergamín aporta a la cultura de nuestra lengua su polifacética y multiforme actividad creadora, caso único, quizá, en nuestra literatura, con una vasta creación literaria. Además, hay que añadir la fundación y dirección de revistas, como Cruz y Raya y España Peregrina y su labor al frente de la editorial Séneca. Su obra se enriqueció durante los largos años de exilio; período durante el que escribió diversas obras de teatro y, así mismo, destacó como articulista en periódicos y revistas como Taller, Hoy, El Hijo Pródigo, España Peregrina de México y, sobre todo, El Nacional de Caracas. En 1958, se le permitió regresar a España, aunque, cinco años después, fue de nuevo expulsado, volviendo definitivamente a Madrid en 1970. Aquí escribió y publicó la mayor parte de su obra poética y continuó con sus artículos periodísticos en Sábado Gráfico, sobre todo. Murió en San Sebastián, en 1983, cansado de ser español.