El colorido y la plasticidad de las descripciones, la reproducción prolija y cuidadosa del trasfondo de la época y la asombrosa legibilidad son tres de los rasgos que distinguen este libro de un narrador tan sabio como sereno. MARCEL REICH-RANICKI
En 1902 Rainer Maria Rilke llegaba a París para conocer a Auguste Rodin, de quien acabaría siendo secretario durante un año. El disgusto y el sentimiento de desubicación que le produjo la ciudad le inspiraron un proyecto de novela que en principio iba a titularse Diario de mi otro yo. Pero ese «otro yo» al que veremos pobre, atemorizado, sin familia ni amigos, deambulando por un París ruidoso y masificado, lleno de enfermos y mendigos que parece que le acosan, acabó convirtiéndose en el sujeto de un libro con un sentido de la composición inédito en su día pero que hoy −más de un siglo después− relacionaríamos con los llamados «géneros fronterizos». Los apuntes de Malte Laurids Brigge (1910) ha llegado a considerarse, según el poeta Hans Egon Holthusen, «una de las obras más rupturistas de la literatura moderna».
Nació en Praga, Bohemia, República Checa (en aquellos años Imperio Austrohúngaro) en 1875 y murió el 29 de diciembre de 1926, en Val-Mont, Suiza. Es considerado por la crítica uno de los escritores más importantes del siglo XX. Escribió su obra fundamentalmente en alemán, si bien es autor asimismo de varias obras en francés. Sus obras fundamentales son, en poesía, las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo y en prosa Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. En 1912 visitó España (Toledo, Córdoba, Sevilla) y recaló en Ronda, donde residió durante dos meses y donde trabajó en la sexta de las Elegías de Duino. Al término de la I Guerra mundial se trasladó a Suiza y allí, en 1924 y en el cantón de Valais, empezó la redacción de sus poemas franceses, Vergeles y Cuartetos valaisianos, publicados en 1926, y Las rosas que no aparecería hasta después de su muerte, en 1949.