Lo siniestro en el universo de Kobo Abe merodea en lo cotidiano, observa desde atrás del lugar común, o del progreso prometedor, como al acecho. Es un siniestro incorpóreo, ubicuo. Abe somete los valores corrientes a una mirada satírica y perspicaz que expone la lógica siniestra que subyace en ellos. Tan vanguardista en la estética como en la filosofía social, fue precursor en tratar temas que hoy son prioridad: los daños al ecosistema, la ceguera producto de la sobreinformación mediática, el aislamiento corrosivo que vive el individuo en las grandes urbes. Personajes nombrados por su inicial ignoran su participación en una gramática mayor, aunque el lector sí es invitado a reconsiderar la visión. Aun cuando opera la pura casualidad, toparse con un cadáver sin querer genera respuestas que terminan por enredar al inocente en una extraña (pero no ajena) culpabilidad. Escritos hace medio siglo, estos cuentos impactan por su actualidad, y uno los lee con urgencia, acaso con desvelo.
Kôbô Abe (Tokio, 1924-1993) vivió su adolescencia en Manchuria, entonces dominada por el ejército japonés, lo que dejó hondas huellas tanto en su literatura como en su visión del mundo. Tras doctorarse en Medicina por la Universidad de Tokio, se dedicó a creaciones literarias de tendencia vanguardista y, en 1951, obtuvo el Premio Akutagawa por La pared: el crimen del señor S. Karma. El reconocimiento mundial de sus novelas La mujer de la arena y El rostro ajeno (ambas publicadas por Siruela) lo ha convertido en uno de los escritores más destacados de la literatura japonesa moderna.