«Todos los días hay que estar preparado para morir... Solo así puedes salvarte»: quien pronuncia estas palabras, drogado hasta arriba, es un tipo sin una oreja y con una gran cicatriz llamado Lágrimas. Su sobrina, Ree Dolly, anda bucando a su padre, que ha desaparecido estando en libertad condicional: si no lo encuentra antes de treinta días, la ley le quitará la casa. Ree tiene dieciséis años, una madre enferma y dos hermanos pequeños: es el sostén de la familia y hará lo que sea para evitar el desahucio. Lo más bonito que tiene es una escopeta.
Daniel Woodrell acuñó la expresión country noir para referirse a sus novelas, ambientadas en las montañas de Ozark, en Missouri frontera con Arkansas. En efecto, si tomamos el paisaje, el sentimiento y los personajes de una canción country y situamos ahí una trama criminal en torno a la producción de metanfetamina, tenemos Los huesos del invierno (Winter's Bone), base de la película de culto que en 2010 ganó el Festival de Sundance. Bíblica, tremenda, iniciática, tierna y heroica, con un siniestro sentido de la solidaridad familiar y una heroína de antología, ésta es una novela negra de altos vuelos.
Daniel Woodrell (Springfield, Missouri, 1953) abandonó el instituto a los diecisiete años para alistarse en los Marines. Menos de dos años después, en los que estuvo destinado en la isla de Guam durante la guerra de Vietnam, fue expulsado del ejército por «tendencias antisociales graves». De regreso a Estados Unidos y tras vagabundear una temporada con unos amigos, se licenció en la Universidad de Kansas y obtuvo el prestigioso título de Escritura Creativa de la Universidad de Iowa. Es autor de nueve novelas, tres de ellas adaptadas a la gran pantalla, y de una colección de relatos. Desde hace más de dos décadas vive con su mujer, la escritora Katie Estill, en una casa centenaria en el corazón de los montes Ozark, donde llegó a compartir vecindario con traficantes de metanfetamina.