Relato que, al igual que "El pabellón n.º 6", cuestiona las rígidas tesis que mantenía el patriarca Tolstói acerca de la misión ética y moral de la literatura, "Mi vida (Relato de un hombre de provincias)" es otra de esas magistrales narraciones aparentemente intrascendentes de Antón Chéjov a través de las cuales se descubren, como iluminadas de súbito por un relámpago, facetas y aristas insospechadas de la existencia y de la naturaleza humanas. "A menudo me echan en cara -apuntó Chéjov en una ocasión- que escribo sobre fruslerías, que no tengo héroes positivos, revolucionarios (...). He escrito mis obras para decir a la gente sólo una cosa: ?Miraos bien y fijaos en la vida inútil y triste que lleváis'. Lo más importante es que la gente se dé cuenta de esto. Y cuando lo entiendan seguro que construirán otra vida, una vida mejor."
Traducción y prólogo de Ricardo San Vicente
(1860-1904) empezó a publicar relatos en diferentes revistas mientras estudiaba medicina en la Universidad de Moscú. Una primera selección de sus escritos humorísticos, Relatos de Motley, apareció en 1886. Su frágil salud (padecía tuberculosis, por entonces incurable) lo llevó a trasladarse en 1897 a Crimea y a diversos balnearios de Europa central. Casi a finales de siglo conoció al actor y productor teatral Konstantín Stanislavski, quien en 1898 montó su obra La gaviota. La asociación permitió el estreno de otras obras significativas como El tío Vania (1899), Las tres hermanas (1901) o El jardín de los cerezos (1904). Maestro del cuento, Chéjov escribió relatos inolvidables como «La estepa», «La cigarra», «El monje negro» o «La dama del perrito».