¿Qué ocurre cuando un hombre se ve atrapado en el reflejo de un espejo que se refleja en un espejo que se refleja. . . ? Ya no es su única imagen invertida la que le es devuelta, sino todas sus imágenes invertidas que remiten a todas las imágenes invertidas a las que aquéllas remiten. . . Ocurre que ya nada puede detener la sucesión de instantáneas ?vivencias y recuerdos? que crea el laberinto de la realidad al acceder a la ficción. En Mujer en el espejo contemplando el paisaje se suceden y se sobreponen, pues, en tempo onírico, personajes de dobles rostros invertidos : el narrador y Elena, el padre y la madre, el republicano Rojas y el dueño del yate «Victoria» ; y situaciones y lugares opuestos : el paisaje interior desde donde se mira y el exterior que el espejo refleja, la mirada subjetiva, nostálgica, y la mirada objetiva, irónica. Estas distintas operaciones de la mente no podían resolverse sin recurrir a una escritura que sabe a automática, la única, según André Breton, que permite todas las antinomias : estado de vela y sueño, razón y locura, percepción y representación. El lector se sumerge en la lectura y comprueba con el autor «cómo el tiempo no le deja nunca porque viene a amontonarse a su alrededor a cada instante y por todas partes y es ese tiempo, el suyo y el de los demás y el de los viejos muertos y el de los muertos por nacer. . . », «. . . aun cuando es obvio que desenredar la ficción de la realidad y viceversa es tarea conflictiva. . . ».
Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) es autor de una extensa obra narrativa que le ha situado en los últimos años entre los más importantes y originales escritores españoles. Entre sus títulos más relevantes cabe destacar La asesina ilustrada (1977), Impostura (1984), Historia abreviada de la literatura portátil (1985), Una casa para siempre (1988), Suicidios ejemplares (1991), Hijos sin hijos (1993), Lejos de Veracruz (1995), Extraña forma de vida (1997). El viaje vertical (1999) fue galardonado con el prestigioso Premio Rómulo Gallegos. Bartleby y compañía (2000) fue Premio Ciudad de Barcelona, Prix Fernando Aguirre-Libralire y Prix du Meilleur Livre Étranger; El mal de Montano (2002), Premio Herralde, Premio de la Crítica española, Prix Médicis-Etranger y Premio de la Crítica de Chile. En el 2003 publicó París no se acaba nunca. Es autor también de personales colecciones de artículos y ensayos literarios: El viajero más lento (1992), El traje de los domingos (1995) y Para acabar con los números redondos (1997).