O es un buen título, desde luego. Suena corto y rotundo, juguetón, es fácil de recordar, y tiene algo de ese enigma indescifrado de los relatos de Alejandro Pedregosa. Historias breves, intensas, portentosas, escritas con la maestría de un artesano minucioso, y que traen un lejano regusto de leyenda, de fábula moral y atribulada. Un retablo de personajes de una existencia efímera que aparecen tras el telón y que saludan desde el escenario antes de enfrentarse a su destino, trágico a veces, con la resignación del penitente. Todo narrado con un estilo preciso y elegante, nunca exento de humor y deslumbrante como el filo de un estilete sobre el que se reflejara, cegador y acerado, a modo de un espejo desazogado, el sol.
Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) es licenciado en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura. Su producción literaria se inició con dos libros de poemas: Postales de Grisaburgo y alrededores (2001) y Retales de un tiempo amarillo (2002). Su primera novela, Paisaje quebrado, obtuvo en 2004 el Premio de Novela Corta José Saramago. Un año más tarde publicó su tercer libro de poemas, En la inútil frontera. En 2008 publicó la novela El dueño de su historia y el poemario Los labios celestes, con el que ganó el Premio Arcipreste de Hita. En 2010 apareció en Ediciones B Un extraño lugar para morir, su primera incursión en la narrativa policíaca.